APUNTES SOBRE LA SUERTE (Relato I)


Tira dos monedas al aire, una tiene que caer de canto y la otra deslizarse por la claveguera más cercana. Requiere de una práctica sinigual, no solo conseguir que una caiga de canto y la otra se deslice por la claveguera más cercana, sino que además, la que caiga de canto debe ser preferiblemente una moneda de veinte céntimos (de diez, si no se tuviera de veinte) y la que se deslice por la claveguera más cercana tiene que ser una moneda de dos euros. El resto no valen. Aunque pueda venir bien empezar a practicar el ejercicio con monedas más pequeñas, corre uno el riesgo estúpido de que, en el transucurso de uno de estos ensayos, logre que una caiga de canto y la otra se deslice por la claveguera más cercana. Sin ser las monedas de diez céntimos (de veinte, si se tuviera de veinte) y dos euros. Sería, a todas luces, una suerte terrible. Porque se hubiera conseguido el complejo propósito de que una cayera de canto y la otra se delizara por la claveguera más cercana, pero no serviría de nada. Aparte, el ánimo se vería irremediablemente afligido después de semejante gilipollez y continuar tirando dos monedas al aire, para que una caiga de canto y la otra se deslice por la claveguera más cercana, se convertiría en un espectáculo deprimente.


Relato de Saül B. Sacks.


Fotografía de Saül B. Sacks


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