El Chico y el cine de Chaplin: Análisis de una escena.



El chico (1921), es una película de comedia perteneciente al cine mudo estadounidense de principios de década,  dirigida, escrita, producida y con la música original de Charles Chaplin (adherida en la restauración de 1972). Un comediante de ascendencia normanda nacido en el Londres de 1898, que adquirió cierta popularidad gracias a su trabajo en el cine mudo. Criado en el seno de una familia empobrecida, sus padres ya se dedicaban al espectáculo trabajando en el music hall londinense. Tras la muerte de su padre, alcoholizado, su madre pierde la voz en medio de una actuación y los hermanos Chaplin caen en la más terrible miseria. Su vocación artística, que le sirvió como herramienta de supervivencia le llevó, tras un camino largo y tortuoso, en 1921, a dirigir su primer largometraje.  



Me dispongo a analizar la que es, para mi, una de las escenas más divertidas del film, pero no por ello ausente del dramatismo siempre presente en el metraje, denotando, en realidad, la sensibilidad un Charlie Chaplin que escribía y dirigía la película después de la muerte prematura de su hijo. Se trata, ni más ni menos, de la escena que narra el peculiar trabajo de los dos personajes. El chico se ocupa de vandalizar las ventanas de barrios predilectos y, fruto de la casualidad, el personaje que interpreta Charles aparece al rescate de los accidentados. 

La escena, al tiempo que nos muestra como se ganan la vida los protagonistas, nos ilustra también sobre su relación y presenta finalmente el primer conflicto real con el policía, que si bien ya habíamos visto después de la elipsis, todavía no había quedado claro su papel. Dicho encuentro representa el primer punto de giro, acabando así con el primer acto dedicado a la introducción, descrito en el famoso diagrama de Field. 

En cuanto a los aspectos narrativos, la escena tampoco se queda atrás. Chaplin hace un uso del lenguaje cinematográfico que podría defenderse como revolucionario, en una época, conviene siempre recordar, donde los medios de técnicos que ahora damos por sentados todavía no se habían desarrollado en la mayor parte de los casos y la gramática del cine estaba en constante avance. 

Sí es cierto que las películas de Chaplin nunca se han reivindicado desde los libros de historia por sus aportaciones sintácticas, su importancia para el desarrollo de la estructura del gag está a la altura del trabajo de Griffith o, antes, Edwin S. Porter.  A su valor se suma algo que no han conseguido sus coetáneos, manteniendo después de más de cien años una vigencia absoluta. 

El fragmento empieza con un intertítulo, un elemento propio del cine mudo que trata de sustituir al diálogo, con el siguiente texto: ¿Sabes en qué calles trabajaremos hoy? Acto seguido cortamos a un plano medio largo de conjunto con los dos personajes hombro con hombro, de tal forma que el encuadre permite captar los gestos y el lenguaje corporal de los actores, pero sigue estando lo bastante cerca para registrar las pequeñas expresiones del rostro. 


Tras hablar por medio de gestos con el chico, Chaplin emplea, en montaje, un corte por movimiento, el personaje se levanta de la silla en dirección a la puerta y pasamos a un encuadre más abierto con Charles en el segundo cuadrante. La iluminación ahora no se centra solo en las figuras de los protagonistas sino que también abarca toda habitación. La angulación se mantiene regular como en el resto de la escena. Un corte como este quedaría ahora fuera del Modo de Representación Institucional, contradiciendo la teoría de los 30º.


Cortando ahora precisamente con la posición de la acción en el segundo cuadrante pasamos a un encuadre completo del personaje del niño en un plano general de la calle con una iluminación algo débil, siendo el principal recurso que se emplea para generan, sin embargo, una situación dramática en una planificación dirigida al propósito cómico. Después de este plano, donde el chico agarra las piedras que empleará en su maléfica misión, volvemos a la situación de la casa. Charlie también recoge el material necesario para el trabajo, produciéndose un paralelismo francamente interesante. Este plano corta con un fundido en negro circular, un recurso que nace en estas películas para evitar advertir al espectador del cambio de película en la cámara y que ha adquirido también fines narrativos con el paso del tiempo. 



Hallamos ahora un encuadre igualmente interesante, la iluminación es estable y el chico queda encuadrado en un plano general. Cortamos a algo parecido a un contraplano. El chico tira la piedra y, mediante un montaje acelerado, la vemos romper el vidrio con efectos de sonido insertados en la remasterización, no obstante, sí lo silenciamos por completo se entiende del mismo modo. Cine en estado puro


Más adelante un plano general nos muestra al niño corriendo hacia un punto de fuga a la derecha de la pantalla. Fuera este de la situación, ahora vemos las consecuencias de la acción y la mujer de la casa se lamenta frente a la ventana, claro que Charles no tarda en llegar para solucionarlo. La secuencia del chico y las piedras se repite hasta en tres ocasiones, aunque la llegada del policía, en un encuadre completo del chico y las piernas del hombre, que recuerda al empleado por Spielberg en E.T. El extraterrestre para enmarcar a los adultos del largometraje, obstaculiza rápidamente su trabajo. Cuando el niño contempla la situación entramos en un plano medio corto del hombre, seguido por un plano similar al anterior y un encuadre completo de ambos personajes, donde el niño huye desesperado. 



La pelota está ahora en el tejado de Chaplin, ocupado arreglado una de las ventanas. El policía llega hasta él a través de dos planos unidos por el movimiento de este. Un signo de interrogación inmenso aparece en un plano detalle a modo de metáfora poética, pues Chaplin tardará mucho más que el chico en percibir su presencia. Obligado a devolver el beneficio obtenido, Charlie y el niño escapan de la escena perseguidos por el agente hacia el mismo punto de fuga. Fundido en negro. 

En conclusión, podemos encontrar dentro de la escena paralelismos muy interesantes. El chico cogiendo su material y Chaplin haciendo lo propio. El niño haciendo su parte del trabajo y Charlie siguiendo. El chico descubierto por el agente y Chaplin del mismo modo. Aún con una planificación que tardaría algunos años en perfeccionarse, la estructura heredada del vodevil empieza a adquirir una forma cinematográfica. 

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